Las manos de María Olivia Brito Rojas llevan más de 40 años trenzando la paja de trigo, oficio que aprendió observando a una vecina colchandera. “Yo miraba todos los días el trabajo que hacía mi vecina, me llamaba mucho la atención, pero no me atrevía a pedirle que me enseñara, hasta que un día ella me pasó unas pajitas y así comencé. Todo me quedó chueco, pero igual lo vendí”, recuerda esta mujer de 62 años, quien tiene temor de que esta tradición desaparezca del Valle del Itata.
María reconoce que el trabajo en cuelcha requiere de un gran sacrificio y en su opinión muchos jóvenes no están dispuestos a realizarlo. “La juventud hoy en día saca su profesión y se va de Ninhue, tiene más oportunidades de las que teníamos nosotros hace años. Por otra parte, los agricultores no están sembrando trigo y la paja está escasa y cara”.
Preocupación que también comparte Daniela Bustos Larenas, quien a sus 32 años conserva el legado familiar. “Esto se puede terminar porque nuestro trabajo no es valorado económicamente, además la gente no está sembrando el trigo y si no hay materia prima no podemos seguir”.
Pese a estos temores ambas colchanderas aún tienen fe. “Estamos todos los artesanos de la mano para que la artesanía en paja de trigo no desaparezca porque es muy importante para nosotros tanto en lo económico como en las tradiciones. Yo crie a mis 3 hijos, todos profesionales, gracias a esto”, señaló María Brito.
Por su parte, Daniela, hija de chupallera, espera que más jóvenes continúen con estas tradiciones. “Yo nací con la cuelcha y me quedé en Ninhue para seguir con la herencia familiar y espero no ser la única porque la idea es que esto siga y que no muera. Hoy hay muchos artesanos que están trabajando para que ello no ocurra”.
Ruta del Empoderamiento Digital
María Brito, quien ha participado en exposiciones internacionales y en la Feria Internacional de Vitacura con su artesanía en cuelcha, admite que extraña el contacto directo con el público. “Lo que más echo de menos es estar con la gente, que vean y toquen lo que van a comprar, con la pandemia todo se reduce a las ventas por internet y yo no entiendo esa parte, por tanto, dependo de mi hija y mi nieta”.
Por esto, PRODEMU, entidad perteneciente a la Red de Fundaciones de la Presidencia de la República y liderada por la Primera Dama, Cecilia Morel, como una forma de disminuir la brecha digital y la falta de habilidades tecnológicas especialmente de las mujeres realizó la Ruta del Empoderamiento Digital, en la que participaron 40 emprendedoras de la región, entre ellas, colchanderas de Ninhue.
La directora regional de PRODEMU, María Cecilia Varas Benavente, comenta que “esta Ruta busca contribuir al proceso de empoderamiento y desarrollo personal de las mujeres mediante la adquisición de herramientas digitales básicas e intermedias con enfoque de género. Por ello, en las sesiones formativas aprendieron a navegar por internet, a realizar trámites, además sobre las principales aplicaciones y redes sociales y la digitalización de los emprendimientos, entre otras materias”.
María Brito señaló que “el taller fue excelente porque no sé manejarme en redes sociales y mi hija es quien lleva mis páginas y mi nieta toma las fotos, por eso, este curso me ayudó a quitarme el miedo de utilizar el celular y a conocer algunas herramientas para reforzar mis ventas online que, aunque han estado malas por el Covid no me puedo quejar”.
Por su parte, Daniela Bustos valora todo lo aprendido “porque ahora sé dónde comprar las materias primas y cómo pagarlas por internet, antes yo sabía que podía hacerse así, pero no sabía cómo hacerlo. Además, nos enseñaron a realizar publicidad por redes sociales, a utilizar bien las herramientas que tenemos a nuestro alcance y la importancia de una buena fotografía para mejorar las ventas”.
Todas las participantes de la Ruta del Empoderamiento Digital recibieron un kit de conectividad, que consiste en un smartphone con plan de datos por 12 meses, el cual fue entregado al inicio del taller.