Con la mirada puesta en hacer del turismo una actividad rentable, sustentable, que vaya de la mano de la educación de la comunidad para resguardar el tesoro natural en que viven, Walter Lucas Kandia está embarcado en fomentar el desarrollo turístico de Ránquil a través del enoturismo con el apoyo de INDAP, una mirada que es compartida por pequeños productores de la comuna y otras aledañas, que ven en el turismo rural una ampliación natural de sus actividades campesinas.
En el caso de Lucas Kandia, su visión está englobada en un círculo que parte con una bodega donde elabora espumante con el sistema tradicional de guarda de 2 años y medio, en un ambiente sustentable, proyecto que mostró a nuestra directora regional Tatiana Merino Coria, con quien recorrió las bodegas donde reposa el espumante.
“Este es uno de los proyectos que INDAP está apoyando a través del programa SAT de Enoturismo, que incorporó a productores egresados de Prodesal con un gran impacto productivo y registro Sernatur, lo que les permite seguir creciendo y desarrollando una oferta de interés para los visitantes, para lo cual los productores pueden acceder a herramientas de apoyo tanto comerciales como de apoyo a la gestión turística”, comentó la directora de INDAP Ñuble.
Kandia y su esposa Emi Oñate, llegan a Ranquil en el 2006 y en el terreno descubren una gran cantidad de cepas País y Moscatel de Alejandría, lo que da pie al emprendimiento. “Lo nuestro nace de producir lo que encontramos en un terreno que compramos aquí en Manzanar, donde había cepas muy antiguas. Tuvimos la gran suerte que el año 2015 las cepas País y Moscatel se declararon cepas patrimoniales, por lo que decidimos producir espumante de estas dos cepas a la usanza antigua, con dos años y medio de guarda: 1 año en primera fermentación, 1 año en segunda fermentación y medio año de estabilizado, degüelle y encorchado”, cuenta.
Produciendo desde el año 2013, han mantenido su producción de carácter patrimonial, aunque indica, hay carencia de obra. Por lo mismo, y considerando el carácter de vivencial de la propuesta turística, indica que la idea es desarrollar el turismo o para que los visitantes vengan y participen de las labores agrícolas de la viña, como vendimian, poda y si es posible, participando de la manufactura, ya sea de vinos experimentales o del espumante, por ejemplo, del proceso de encorche.
La continuidad del proyecto es la escuela, contemplado como un centro de capacitación que permita a los jóvenes quedarse en el campo con un aprendizaje asociado a lo que se espera sea el polo de desarrollo de la zona.
Para sumar y mostrar la riqueza de la memoria y el patrimonio cultural de la zona, tanto de la cultura agrícola y viñatera, ha hecho de su casa un museo que debe concretar en un espacio más adecuado, pero que hoy es el santuario donde atesora diversas especies, pero donde destacan especialmente las históricas figuras de loza creadas en Lota en la década del 30, que incorporan las figuras de oficios locales a la cerámica tradicional; también con un lugar especial mantiene
cerámica de Valdivia y Fanaloza Penco, así como mobiliario local, como una banca de la primera escuela básica de Ránquil, banca que podría tener una nueva vida como parte de este proyecto.