Chillán no solo es una ciudad sureña reconocida por sus longanizas, también tiene un centenario vínculo con la fábrica de muebles CIC, empresa con 110 años de trayectoria y que hoy convierte los desechos de muebles en compost, un abono sustentable que completa el ciclo virtuoso de la economía circular.
La firma hoy está impulsando un fuerte proceso de producción sustentable y como parte de ese desafío está reciclando la mayor parte de sus residuos con la meta de convertirse en una Empresa B, certificación mundial que distingue a aquellas compañías que logran ser rentables de manera respetuosa con el medioambiente e impactar de manera positiva a sus trabajadores y comunidad.
“En nuestro proceso de mejora continua nos planteamos el desafío de ver qué hacíamos con nuestros residuos de madera. No queríamos llevarlos a un relleno sanitario y apostamos por el compostaje”, cuenta el gerente de operaciones de la firma en Chillán, Álvaro Carmona, ingeniero civil industrial, chillanejo de 37 años que, tras estudiar en Concepción, volvió a su ciudad para ingresar a la empresa.
CIC genera 65 toneladas mensuales de residuos, de la cual el 90% son despuntes de madera y aserrín, desechos renovables que antes terminaban en un relleno sanitario y que hoy completan su ciclo ecológico volviendo a la tierra como compost para un vivero y campos agrícolas de Ñuble.
“Somos una empresa elaboradora de productos de madera que damos valor agregado a este recurso y ahora incluso a sus residuos, dándole un nuevo ciclo productivo, en sintonía con la economía circular”, destaca el ejecutivo, quien además proviene de una familia ligada al área forestal.
Madera que vuelve a la tierra
Álvaro Carmona cuenta que el proceso de aprovechar y reutilizar los residuos de madera partió analizando con instituciones expertas su calidad y sanidad, y tras verificarse que podían destinarse a la elaboración de compost, realizaron talleres de reciclaje y compostaje a los hombres y mujeres que trabajan en la planta de Chillán bajo el lema clave de su objetivo verde: “No todos los residuos van al mismo contenedor”, porque el aserrín y los despuntes de madera, van a contenedores que luego se transportan al campo de una pyme regional que realiza el compostaje y el resto de residuos se van a otros contenedores.
De esta manera, cada día, cada trabajador como parte de sus tareas diarias, va separando y depositando los despuntes de madera en contenedores especiales puestos al lado de cada máquina, los cuales luego un camión lleva a la planta pyme de compostaje, donde los procesan.
Con esta innovadora apuesta, CIC logra convertir sus desechos de madera en abono natural, rico en materia orgánica para que los campos y cultivos en los alrededores de Chillán crezcan de manera natural. Y de paso contribuye a que los agricultores de Ñuble cuenten con una alternativa sustentable a los fertilizantes tradicionales.
Cadena de buenas acciones
Para poder alcanzar el puntaje necesario para obtener la certificación de Empresa B, que podrían conseguir el 2023, CIC ha seguido a pie firme con su proyecto de compostaje de madera y el reciclaje de cartón y papel, más otras iniciativas como promover el acceso de mujeres a cargos directivos y ejecutivos de la empresa, capacitar e incorporar más mujeres en la operación de maquinaria, eficiencias productivas que han impactado en mejorar las remuneraciones y vincularse de manera más estrecha con la comunidad.
“Chillán y su comunidad están muy vinculadas con nosotros, la gente de acá nos llama la CIC y la identifica como una marca local de la zona”, cuenta con orgullo el gerente de operaciones de la planta. A nivel nacional, la empresa emplea a un total de 1.600 trabajadores, cuenta con 30 tiendas propias y ha iniciado su apertura comercial a Estados Unidos, Argentina y Bolivia, entre otros países.
“Lograr ser una Empresa B es el resultado final de muchas acciones que en su conjunto generan grandes cambios. Una de ellas que nos parece relevante es cómo darle valor agregado a los residuos. Todos en CIC estamos comprometidos con certificarnos, desde los gerentes que lideramos acciones, hasta los operarios que separan los desechos y aprenden de compostaje. Queremos devolverle la mano al medio ambiente, a las comunidades y dejar una huella positiva para el planeta”, concluye Álvaro Carmona.
El gerente regional de Corma Biobío y Ñuble, Fernando Illanes, relevó la iniciativa de la empresa y enfatizó en la importancia que tiene dar a conocer las propiedades de la madera. “Para nosotros es fundamental que todas las personas conozcan el valor que tienen los árboles y los productos que surgen de ellos, como el cartón, el papel, la madera, que son por naturaleza renovables y amigables con el medio ambiente, son capaces de retener el carbono que emitimos, limpiando el aire para nosotros y hoy vemos que es posible que vuelvan a la tierra y la hagan más fértil”.
Y añadió que, “este tipo de proyectos viene a reforzar el compromiso que tiene el mundo de la madera y las empresas que trabajan en torno a ella, con la protección ambiental en un contexto de cambio climático”.