Los resultados del Simce 2022, para los cursos de cuatro básico y segundo medio, dieron cuenta de la primera evaluación de este tipo tras las protestas del 2019 y la pandemia del Covid-19, lo que permite dimensionar este impacto en el aprendizaje de niños, niñas y adolescentes.
La medición arrojó, entre otros datos, una baja en la prueba de matemáticas, que significó un aumento en la brecha educacional entre hombres y mujeres. En el nivel básico hubo una baja de 10 puntos en el promedio nacional. En comparación a la última medición realizada en 2018, cayó de 260 a 250 puntos en 2022.
Antes de la crisis sanitaria por el coronavirus, un buen logro del sistema educativo había sido el acortamiento de la brecha de hombres y mujeres en Matemáticas. Pero muchas de las niñas y adolescentes tuvieron que tomar el rol de cuidados en los hogares durante la pandemia, lo que puede ser un factor que evidencie este cambio.
Lo más preocupante es que una posible solución a esto no se va a verificar en el corto plazo, entre otras cosas, porque los contenidos educativos priorizados van a culminar recién en 2025, cuando los estudiantes puedan recién optar a tener contenidos completos. Para ejemplificar, en los próximos 24 meses los profesores y profesoras del sistema educativo pasarán “el mínimo” de materias.
Este problema se puede revertir de manera creativa y con el compromiso del sistema en su totalidad. Como estrategia de trabajo, necesitamos tener mayor reforzamiento con los niños, niñas y adolescentes. La jornada completa se ha desdibujado en el tiempo, pues no queda tiempo para repasar materias.
Los padres y madres suelen no tener tiempo, en casa, para poder realizar este tipo de tareas. Y es primordial que observen a sus hijos e hijas para saber dónde están sus déficit educativos. Conocer ese dato es fundamental para saber dónde se les debe ayudar.
Una estrategia a la que debemos dar más espacio es al uso de la tecnología, un factor al que debemos dejar de “demonizar” en su relación con la educación.
Las propias familias hacen, usualmente, un mal uso de la tecnología al entregarles a los niños, niñas y adolescentes el teléfono o la tablet para “entretenerlos” mientras ellos hacen alguna labor en casa.
A través de la tecnología, los estudiantes pueden apoyarse para realizar tareas o ensayos en la inteligencia artificial, el procesamiento de datos y la robótica, entre otros ámbitos. Esto ayudará a que comprendan de una manera más acabada las materias y su relación con el entorno. Todo ello facilita la aplicación del contenido, pues interactuar con lo que se estudia ayuda a entenderlo mejor.
El rol de los padres y madres es fundamental para el buen uso de la tecnología en el proceso educativo. Otro elemento que puede ayudar en esta tarea es el Plan Nacional de Tutores, ya que el que sabe un poco más, y tiene una metodología didáctica, puede enseñar y ayudar.
Los ajustes necesarios que hay que hacer, que se hicieron visibles con los resultados de este Simce, no deben dejar de lado que el rendimiento académico necesita reforzamiento. Y que la tecnología, bien utilizada, puede ser un elemento que colabore de manera sustantiva.
La eficiencia del proceso educativo ha recibido un empuje fundamental por parte de las tecnologías, con herramientas que se pueden utilizar en el hogar. Utilizarlas de la mejor forma es un compromiso que puede ser verificable y que la transformación digital ha puesto en manos de todos de manera
cada vez más democrática.
Gabriel Vera – CEO de Wited