La noche de este sábado 2 de septiembre nuevamente habrá un cambio de hora en los relojes chilenos, salvo en la Región de Magallanes, ya que a medianoche habrá que adelantar una hora, asumiendo así el horario de verano.
Y si bien a muchos les puede parecer que es agradable que oscurezca más tarde, lo que es cierto es que nuestro cuerpo sufre un estrés debido a estos cambios que, adaptarse a ellos, puede significar un buen tiempo.
Cambios biológicos
De acuerdo al profesor de biología y ciencias naturales del Colegio Bernardo O’Higgins de La Serena, Pablo Agusto, “los cambios de horario están asociados principalmente a la cantidad de luz que recibe nuestro sistema nervioso”. Junto a ello, el docente agrega que “influye también a la época del año, que se relaciona con un cambio de estación, pasando de la estación invernal a una estival, y eso acarrea problemas de adaptación del cuerpo a las nuevas condiciones”.
Con ello, el profesional se refiere a que entrar a la primavera involucra también un cambio en las temperaturas, que puede influir en cómo el cuerpo se adapta a la nueva condición, lo que puede tomar un tiempo “totalmente variable, que puede ser desde una semana hasta un mes, dependiendo de cada persona”, asegura.
Asimismo, Agusto sostiene que los cambios pueden asociarse “a un trastorno que muchos psicólogos hablan y que lo relacionan con un trastorno afectivo estacional, que se ve mucho en primavera, donde la gente sufre mucho de depresión producto del cambio estacional y eso se produce en gran parte a la adaptación que genera el cuerpo a los cambios de temperatura y a la radiación solar, y esto es más significativo si está relacionado a un cambio de horario”.
El docente también se refirió a que el cambio “influye en la dinámica fisiológica del cuerpo, particularmente en la hormona del cortisol, que es la hormona del estrés, la que mantiene activo a nuestro cuerpo y permite la liberación de energía que permita llevar a nuestro cuerpo sus procesos biológicos normales”, agregando que “si el cuerpo tiene más estrés, tenemos más liberación de esa hormona y se transforma en un proceso patológico”.
Cuando disminuye la cantidad de luz, según Agusto, aumenta la secreción de la hormona melatonina que es un inductor natural del sueño. “A menor cantidad de luz, aumentan las ganas de dormir; disminuye la oscuridad y aumenta la cantidad de luz, disminuye la melatonina y aumenta el cortisol”, indica.
Esto nos podría llevar a tener más actividad desde más temprano. “En invierno tenemos menos luz y puede incidir en el caso particular de los estudiantes que vengan más somnolientos, que no tengan ganas de levantarse o pueda incidir en sus procesos biológicos normales sobre todo en los más chicos”, esgrime Agusto.
Rutina de los estudiantes
Uno de los grupos que se ven más afectados con los cambios de rutina son los estudiantes.
Por esta razón, el equipo de psicólogos del Colegio Bernardo O’Higgins de La Serena, compuesto por los profesionales Matías Ardiles, Ana Alvarado y Gabriela Esquivel, elaboró un listado con tips para ayudar a esta población a sobrellevar de mejor manera el cambio horario.
Según reza el documento, la estructura y rutina de los estudiantes se ve fuertemente delimitada por la relación entre horas de sol efectivas y el horario cronológico, lo que se ve reflejado en los cambios de horarios anuales: por un lado, el período de invierno con menos horas de sol influye en el estado de ánimo, tanto dentro como fuera del ámbito académico, así como también ayuda a regular el desarrollo hormonal a causa del descanso y horas de sueño.
Por otro lado, agrega, el período de verano trae consigo mayor número de horas de luz natural, facilitando la práctica de diversas actividades, dentro de ellas pudiéndose encontrar rutinas de hábitos de estudio, hobbies, actividades deportivas, entre otras.
Dentro de las sugerencias transmitidas por este grupo de profesionales de la salud está el anticipar a los estudiantes a este cambio en sus horas de sueño paulatinamente.
De la misma opinión es Agusto, quien sostiene que “siempre recomiendo un período preadaptacional; nosotros tenemos la posibilidad de poder adelantarnos a ciertos eventos, por lo que si nos preparamos de cierta forma podemos recibir los eventos de manera más agradable y los podemos enfrentar mejor”.
Junto a ello, desde el equipo de psicólogos del establecimiento, indican que es recomendable “priorizar la creación de rutinas considerando las horas de luz natural entre pares y familiares”, así como también recalcar la importancia de la higiene del sueño, como, por ejemplo, apartar aparatos electrónicos, preparando un espacio idóneo y cómodo para el descanso.
Finalmente, también recomiendan adecuar los horarios de medicación en estudiantes que lleven procesos farmacológicos, junto a regular los horarios de comidas, dando un espacio mínimo de dos horas del último alimento antes de dormir.
“Es importante mantener una dieta de sueño equilibrada; así como equilibramos la cantidad de nutrientes que ingerimos, también debemos tener una buena dieta de sueño, es decir dormir las ocho horas que necesitamos en promedio para que nuestro cuerpo lleve a cabo todo el mantenimiento y equilibrio que necesita para estar estable”, puntualiza Pablo Agusto.