Por: Ramón Figueroa Lizana, Presidente del Departamento Protección de Bosques Corma
En los últimos meses, hemos sido testigos de eventos climáticos extremos que han devastado nuestras comunidades: incendios forestales y lluvias torrenciales han causado estragos en diferentes partes del país.
Ambas emergencias comparten algo en común y es la existencia de información previa que nos permite anticiparnos y actuar de manera preventiva, lo que ha permitido a autoridades e instituciones proteger a la población y evitar que las tragedias sean de mayor magnitud.
Si bien ambas emergencias están influenciadas por el cambio climático, existe una diferencia fundamental en cuanto a su origen. Mientras que las inundaciones son provocadas por condiciones geometeorológicas específicas, los incendios son responsabilidad de las personas.
El hecho que ocurran en nuestro país alrededor de 7 a 8 mil incendios por temporada, la mayoría provocados por personas de forma intencional o negligente, no es una situación normal en comparación con otras naciones, ya que Chile es bastante pequeño, en comparación a otros países con 50, 200 ó 300 millones de habitantes, donde la ocurrencia apunta a un origen natural.
Según las estadísticas de la CONAF, en la última temporada se registraron casi 7 mil incendios a nivel nacional, de los cuales más de un tercio fueron intencionales y más de mil se desconoce su causa.
El problema se agrava aún más en ciertas regiones como Biobío y La Araucanía, donde más del 60% de los incendios son intencionales. Es escandaloso observar comunas donde el 70, 80 e incluso el 90% de los incendios son provocados intencionalmente y que se debe abordar de manera urgente.
Acá los datos: Las regiones que tuvieron mayor intencionalidad en incendios con causa conocida en el país, son Biobío, con 1.177 emergencias y La Araucanía con 815.
En Biobío las mayores comunas con incendios intencionales, fueron: Curanilahue con 184, Tomé: 159, Los Álamos: 196, Lebu: 161, Los Ángeles 176 y Mulchén: 127. En tanto, en Araucanía, Collipulli: 223, Galvarino: 64, Lumaco:80, Angol: 97 y Ercilla:76.
Es importante entender que el enfoque no debe centrarse únicamente en la respuesta y el combate a los incendios. Si bien es crucial contar con estrategias eficientes para controlar y extinguir los incendios, debemos prestar mayor atención a la prevención y tomar medidas para evitar que las personas sigan generando incendios de forma negligente o intencional.
Es esencial establecer una reacción coordinada ante estas emergencias, ya que con el avance de la tecnología, es posible prever con semanas de anticipación las condiciones climáticas extremas que pueden propiciar los incendios. Sin embargo, estos datos deben ir acompañados de protocolos de acción y de una movilización oportuna de recursos para prevenir y mitigar los daños.
Tenemos que tener distintas formas de trabajar la emergencia, con patrullajes preventivos para detectar cualquier anomalía. El Estado de Excepción demostró que el día 03 de febrero de este año, la cantidad de incendios bajaron de 90 a 40, pero lamentablemente se decretó cuando el 80% del daño ya estaba hecho.
Finalmente, es fundamental abordar la gestión de los bosques de manera integral. Tanto las empresas forestales como los particulares tienen la responsabilidad de invertir en la prevención y protección de los bosques. Esto implica gestionar adecuadamente la vegetación y los combustibles para reducir la propagación de los incendios y tener bosques más resilientes.
En definitiva, los incendios requieren de una responsabilidad compartida entre las autoridades, instituciones y la ciudadanía, que den una respuesta coordinada y eficiente. Además, debemos ser conscientes que necesitamos leyes ejemplificadoras para quienes provocan las emergencias, ya que solo así podremos proteger nuestras comunidades y garantizar un futuro más seguro y sostenible.