POR: Valeska Vivallo Valdés
Daniel Romero Chandía, es quirihuano y, hasta unos días más, es presidente de la Asociación de Viñateros del Valle del Itata. Conoce de cerca las problemáticas que afectan a un sector importante en la historia de la viticultura chilena, ya que, en este territorio, existen las parras de Moscatel de Alejandría, Cinsault y País más antiguas de Chile, entre otras particularidades.
Los Valles de Colchagua, Casablanca, Maipo, entre otros, colman los stands de vinos en espacios gourmet de supermercados. Se consideran de mejor calidad y sus precios superan los 7 mil pesos por botella.
Son vinos de valles que durante las últimas décadas han mejorado sustancialmente el marketing del buen vino, beneficiando a productores chicos y medianos, introduciéndolos al mundo del vino en Chile y el extranjero.
En el caso de Itata, esa incorporación ha sido lenta y las razones son variadas. Entre ellas se cuentan la falta de conocimientos específicos orientados a la producción vitivinícola de exportación, escasez de profesionales en el área y baja voluntad política para destrabar estas limitaciones. Esa complejidad está dada, además, por características propias de la Región de Ñuble: primera en ruralidad y la segunda región más pobre del país. Actualmente, el Valle del Itata suma 6.400 viñateros.
“Estamos hablando de que más de 24.000 personas hoy viven de la uva”, expone Daniel Romero, amplio conocedor no sólo de las dificultades, sino que también, de los intentos por llevar al mercado más y mejores vinos, sin sumar hasta ahora grandes resultados. Los motivos son variados.
“Nosotros cuidamos la viña como si fueran hijas. Nacimos y nos criamos en el campo; conocemos sus procesos y hemos intentado -muchas veces de manera infructuosa- traspasar esos conocimientos a nuestros propios hijos e hijas. Lamentablemente, saben de muy cerca que esto no es rentable, que son más los gastos que las ganancias y, por lo tanto, así Itata se va quedando cada día con menos hectáreas de uva y menos gente trabajando en ellas. Imagínese que la producción de un kilo de uva es de al menos $250 y durante años no nos han dado más de $150 por la país y $200 por la moscatel. ¿Quién puede hacer sostenible un negocio así?”, cuestiona Daniel.
RIEGO TECNIFICADO
Los últimos años, con el evidente cambio climático y el aumento de las temperaturas, la falta de humedad provoca que se pierda el 50% de la producción de uva Moscatel de Alejandría en el Valle del Itata.
“Nosotros vemos que la única solución hoy es implementar riego tecnificado. En mi calidad de dirigente se lo he planteado al Ministro de Agricultura en dos ocasiones. Me escuchó, incluso a todos nos quedó la sensación de que entendió la importancia de esto, pero a la fecha no hay absolutamente ningún avance”, recuerda Romero.
El dirigente viñatero se refiere a las visitas que el Ministro Esteban Valenzuela realizó a la comuna de Quirihue en dos oportunidades durante los meses de marzo y de agosto de este año (2022) para reunirse con viñateros del territorio y analizar distintas materias que les afecta. Uno de los principales puntos del petitorio de la directiva fue el riego tecnificado.
“Hay zonas que aún cuentan con agua. Quizás no es mucha, pero es suficiente si se conservara y se distribuyera de la manera correcta. Sabemos que existe la tecnología para eso y necesitamos que las autoridades nos escuchen porque esta situación se agrava año a año”, puntualiza Romero.
Se suma a todo lo anterior, que este trabajo en las viñas, está en manos de personas mayores, donde la juventud se involucra principalmente a través de proyectos de enoturismo. Se abren oportunidades relevantes para quienes apuestan por distanciarse del trabajo de la viña para crecer en la producción de los vinos, una iniciativa tremendamente relevante, pero que, en palabras de don Daniel, en poco más de ocho años podría sufrir serias consecuencias producto del incremento en la venta de las hectáreas de viña, dejando cada día menos vinos propios, afectando finalmente, de igual forma a los proyectos vitivinícolas.
Es por eso que, insiste Romero, este debe ser un trabajo consensuado y transversal, donde exista el apoyo real de los recursos del Estado para elaborar proyectos de riego tecnificado, fortalecer los procesos productivos y de ventas de los vinos de Itata, y, sobre todo, en tiempos actuales, apoyar directamente a los pequeños agricultores, que son quienes cuentan con uvas de excelente calidad, con profundos conocimientos sobre el vinificado ancestral.
Son hombres y mujeres de Itata que saben de podar, fermentar, fertilizar, azufrar y todo lo que conlleva la producción del vino.
GRAVE SITUACIÓN: EMPRESA NO PAGA
“En este momento en las comunas de Ninhue, San Nicolás y Quirihue estamos viviendo una situación grave que refleja lo que sufrimos los pequeños productores. La empresa Zúñiga y Zúñiga le adeuda el pago por las uvas a 294 viñateros y sus familias, sin que recibamos ningún tipo de respuesta. Esto nos perjudica mucho como rubro porque se corta el proceso productivo”, finaliza Daniel Romero.